Ya hemos visto en las ediciones pasadas dos de las siete leyes espirituales que nos permitirán acceder a todos los beneficios del reino al cual pertenecemos.
Ley 3: La ley de la perseverancia:
Los seres humanos tenemos implantada dentro de nosotros la necesidad de ser libres y de crecer, esta es la ley de la perseverancia que Dios ha puesto en nosotros. Es esencial para tener éxito en la vida en general, y en particular para la vida en el reino. No estar dispuesto a luchar significa permanecer inmóvil: estancarse.
Dios cede paulatinamente las cosas buenas del reino y del mundo a aquéllos que luchan. Por ejemplo, Jacob luchó toda la noche con un ángel antes de convertirse en Israel, príncipe con Dios; Abraham espero cien años antes de recibir a Isaac, el hijo de la promesa.
Jesús conocía a los hombres a la perfección. El conocía nuestra tendencia a darnos por vencidos enseguida y volvernos inonsecuentes, y negligentes. Por eso nos exhortó que fuéramos
Por eso debemos seguir pidiendo, buscando y llamando. No tengamos miedo de causar alboroto. Dios prefiere eso a la pereza y la indolencia. El quiere gente que agonice y quizá tropiece un poco, pero que salga adelante, así como el niño que comienza a caminar. El niño desarrolla sus músculos y aprende.
Seamos gente de acción. No veamos para atrás sino ¡perseveremos hacia la meta!
persistentes en la oración y en todos los demás aspectos de la vida.
jueves, 13 de agosto de 2009
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