jueves, 24 de septiembre de 2009

Ley de la unidad

Ley 6: Ley de la unidad

Desde el comienzo de su revelación a la humanidad, Dios ha mantenido una ley que tiene naturalmente su origen y su terminación en el concepto de servir: es fácil de entender y sumamente difícil de obedecer, pero es esencial.

La operación de la Ley de la Unidad en la tierra fue el punto principal de una de las declaraciones más citadas del Señor:

"Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18:19,20).

Lo que El pedía era que estuvieran de acuerdo, pero no meramente como un fin en ello mismo. El pedía la unidad. Puesto que El estaría en medio de ellos cuando se congregaran para considerar algún asunto, se esperaba que estuvieran de acuerdo con El. Su unidad sería una manifestación externa de su acuerdo interno. Sólo entonces fluiría el poder, tal como en la creación. Pues la unidad es la fuente del poder creador de Dios.

La desunión hará que el Espíritu se marche. La valoración de Dios es franca: la humanidad unida llega a ser algo abrumador.

La unidad ha de comenzar con el individuo. Si usted va a experimentar el poder que puede cambiar el mundo, tiene que tener unidad en usted mismo. Tiene que tener armonía en lo interior. En la Biblia, Santiago se dirige a este punto directamente. El "hombre de doble ánimo", dice, no recibirá nada del Señor.

Una mente que cree o desea una cosa y en la misma persona otra mente que cree o desea otra cosa no dará resultado.

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