La frase: “Persevera y sigue intentándolo”, debe quedar grabada a fuego en tu mente. No te permitas abandonar ningún proyecto una vez iniciado. Puedes decidir no comenzar, pero si comienzas, no puedes abandonar.
Hay personas que logran el éxito porque están destinadas a conseguirlo, pero la mayoría lo hace porque tiene la firme determinación de lograrlo.
¿Conoces tu proyecto divino? Si no lo conoces, vivirás en un estado de perpetua insatisfacción hasta que comprendas con claridad las razones por las que Dios te ha puesto en la tierra.
Muchas personas exitosas han alcanzado sus objetivos, pero no tienen paz, ni gozo, ni sentido de logro. ¿Por qué? Porque la vida, sin que conozcamos nuestro propósito divino, nos lleva a una sensación de vacío, de desilusión.
Dedica un tiempo hoy para examinar tu vida. Si no está controlada por el propósito de Dios, está entonces bajo el control del mundo, de la carne, y hasta quizá de Satanás mismo. Toma la decisión de encontrar el propósito de Dios para tu vida.
Llega un momento en la vida en que parece atractiva la idea de claudicar. Cuando los problemas parecen demasiado terribles… cuando los gigantes parecen invencibles… las montañas infranqueables… cuando la derrota parece inevitable… ¡cuando retroceder parece la única opción! Pero recuerda: ¡Siempre es demasiado temprano para claudicar!
Sea lo que sea que estés haciendo hoy, sigue intentándolo. Las montañas se ven altas solo cuando se las mira desde el llano. Por desgracia, el camino al éxito va ladera arriba, así que no esperes romper ningún record de velocidad. Lo único que podemos intentar cuando todo lo demás fracasa es “comenzar de nuevo”.
Correr más rápido, saltar más alto y ser mejor que los que compiten con nosotros tiene un precio. Los campeones se obligan a hacer lo que no les gusta para poder hacer lo que se debe en el momento de la competencia. Todos queremos lograr el éxito. La mayoría de las personas pasan días y años soñando con el éxito. La gente habla, escribe, visualiza y estudia en seminarios para saber cómo alcanzarlo. Pero no es hasta que uno decide perseverar (resistir hasta el final) para ser el último que queda en pie cuando toca la campana que indica el final del último asalto, que lograremos hacer que el fracaso nos eluda hasta nuestro último respiro.
“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13). Recuerda: ¡Siempre es demasiado temprano para claudicar!
1 comentario:
Gracias por compartir estos mensajes que nos dan ánimo para seguir adelante. Dios nos pide que seamos "esforzados y valientes" y agarrados de su mano, lograremos alcanzar todo lo que nos hemos propuesto. Saludos y bendiciones!!
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