Inicio hoy una serie sobre la Libertad. ¿Qué significa? ¿Cómo la logramos? ¿Qué implica? ¿Hacia dónde nos lleva? ¿Cómo la conservamos?
La libertad es una responsabilidad que solo los valientes pueden aceptar y sobrellevar. Se da en nuestra mente cuando aceptamos nuestra responsabilidad de avanzar y permitir el re-acondicionamiento de nuestro pensamiento viejo, opresivo y encarcelador. Quienes no avanzan viajan en interminable círculo porque nada cambia de verdad hasta tanto cambie la mente.
La razón por la que Dios se negó a llevar a los israelitas directamente a Canaán después de su liberación, fue porque seguían mentalmente siendo esclavos de Egipto. Habían sido liberados de Egipto, pero todavía no eran libres. Así que Dios debió lidiar con sus mentes aunque sus cuerpos estaban ya libres de la opresión. Esta ilustración capta el principio que se aplica a las personas, las comunidades y las naciones: las condiciones determinan la conducta hasta que son interrumpidas por una fuerza externa.
No hay forma de entrar en la libertad sin soportar el peso de su responsabilidad. Si quieres ascender al puesto de gerente general, debes estar dispuesto a aceptar la responsabilidad de esta posición. El precio de la responsabilidad requiere de más tiempo, talento, energía, iniciativa y sustancia. El título es bueno; la paga, maravillosa; pero la carga laboral es siete veces mayor. Tienes que estar allí antes que todos los demás, y serás el último en dejar la oficina. Si algo sale mal, te llamarán a ti, de día o de noche. Si el caño de agua se rompe a las 03:00, recibirás una llamada de teléfono. El día de trabajo de 09:00 a 17:00 ya no se aplica a ti, porque ahora eres tu el gerente general, y ahora tu trabajas todo el tiempo. Es fácil ser encargado de limpieza, porque puede irse a las 17:00. Cuando trabajas como empleado, a veces podrás salir a almorzar y tardar casi dos horas, porque casi nadie se dará cuenta. Pero si quieres progresar debes madurar a la responsabilidad de la libertad, porque hay un costo.
Cuando Jesús comenzó su ministerio, de pie en la sinagoga de Nazaret leyó del libro de Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor" (Lucas 4:18-19).
La terminología utilizada en este pasaje pinta la imagen de alguien que visita una prisión y encuentra que todas las puertas están abiertas pero ve que los prisioneros permanecen dentro. Jesús dijo que había venido para pregonar la libertad a los prisioneros. Las puertas de la prisión estaban abiertas, pero los prisioneros todavía estaban sentados dentro de sus celdas. Estaban contentos: como muchas personas y naciones hoy, de que la puerta estuviera abierta. Se sentían orgullosos de ello. Pero aun así seguían sentados sobre sus catres en la celda. ¿Por qué? Porque en la prisión la comida es gratis. Cuando se está en prisión, alguien más paga por la ropa, la energía eléctrica, la televisión, etc.
Cuando una persona nace de nuevo, el Espíritu de Dios "re-crea" su ser interior y habita allí. Pero la libertad que llega a nuestra mente y nuestras acciones depende enteramente de nosotros. Somos libres de salir de nuestra celda, y somos libres de permanecer allí, porque de acuerdo al evangelio de Cristo nadie es puesto en libertad automáticamente.
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