jueves, 14 de agosto de 2008

¿¿¿Preocupado???

Muchos de los que leen éste blog se han graduado como Doctores en Preocupación. Pero la preocupación no puede cambiar el pasado, y puedes estar seguro que arruinará el presente. La preocupación te llevará a un solo lugar antes de tiempo: el cementerio. La preocupación persigue a toda clase de personas… ricas y pobres, inteligentes y analfabetas. Los jóvenes se preocupan, los viejos, la gente endeudada, la gente con demasiado dinero. Nos preocupamos por lo que tenemos y por lo que no tenemos. Por lo que dijimos y por lo que no pudimos decir. Por lo que hicimos y por lo que no hicimos. Por nuestra calvicie, nuestros juanetes y las protuberancias de nuestro cuerpo. Algunos se preocupan porque no están casados, y otros porque lo están. La preocupación significa que hay algo en lo que no podemos salirnos con la nuestra. En realidad, la preocupación es nuestro enojo personal con Dios por algo que sucede en nuestra vida (o tememos que pueda suceder) que Él está permitiendo y no podemos controlar. Hay tres razones por las que debemos evitar la preocupación: 1. La preocupación es la fe en el temor. ¡El temor es el rechazo a la fe! La Biblia nos dice: “Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor” (2 Timoteo 1:7, DHH). El temor demuestra que no confiamos en que Dios nos ayudará a resolver el problema en que nos encontramos. A veces pensamos que es un gran elogio que nos digan que somos “persona de una gran fe”. Sin embargo, esto no es un elogio, porque servimos a un Dios que jamás ha fallado. No se necesita una gran fe para creen en alguien que jamás nos falla. Sin embargo, sí hace falta gran fe para creer en alguien que a menudo nos falla. Dios jamás le ha fallado, y nunca lo hará, por eso no debes preocuparte. 2. Debemos evitar la preocupación porque mata. Los mejores médicos nos dicen que la preocupación es la madre del cáncer, de las enfermedades del corazón, de la alta presión sanguínea y de las úlceras. No es lo que come. Es lo que le carcome a usted. La preocupación nos llena la cara de arrugas. Paraliza nuestra mente y la vuelve improductiva. La preocupación no tiene cabida en la vida de un creyente. 3. Debemos evitar la preocupación porque es totalmente inútil. Jesús dijo:” ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? (Mateo 6:27). La preocupación nunca nos ha aliviado una carga. Nunca ha resuelto un problema ni ha secado una sola lágrima. La preocupación jamás nos ha brindado una respuesta. No te preocupes por el mañana: está en manos de Dios. El pasado es historia, y el futuro es un misterio. Solo esta el hoy. Es por eso que se llama presente. ¿Cómo nos libramos de la preocupación? Controla tus pensamientos, dice Pablo, y controlarás tu mundo. En Filipenses 4:6-7, Pablo aconseja: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. La paz es el regalo de Dios, y él solo se la da a quienes se han reconciliado con él por medio de Jesucristo. ¡Que consuelo y seguridad traen estas palabras! “Por nada estéis afanosos”. Son más fuertes que las eternas colinas. Sea cual fuere tu problema actual, reconoce que Dios está en Su trono y que todo terminará bien. ¿Por qué preocuparse? “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:2). ¿Por qué preocuparse? “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos” (Salmo 91:11). ¿Por qué preocuparse? Tú estás cubierto con su preciosa sangre. Tú y solo tú, eres responsable de los pensamientos y actitudes emocionales que gobiernan tu vida. Eso es tremendamente poderoso. Eso es autocontrol. Eso es autodominio.

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