jueves, 27 de noviembre de 2008

Finalmente libre

El jueves recién pasado fuí invitado a participar como conferencista en la inaguración de la Red de Empresarios y Profesionales de ministerio Dios de Pactos, en donde compartimos el tema: Secretos y Estrategias para impulsarte al siguiente nivel. Fue una noche muy bendecida y desde aquí deseo expresar mi gratitud a los organizadores por haberme invitado. Que Dios siga bendiciendo sus esfuerzos para ¡impulsarnos al siguiente nivel!

Más fotografías del envento en la columna al lado derecho bajo el título Cristonversando en REP


La libertad es el descubrimiento de la verdad acerca de nosotros mismos. La verdad trae libertad. La verdadera libertad nos libera para llegar a ser todo aquello para lo que fuimos creados. Nos da libertad para trabajar dentro de las leyes de la vida. Bajo la esclavitud estamos bajo la ley de otro. El látigo se utiliza para hacer cumplir la ley. Pero cuando uno entra en la libertad, debe obedecer leyes Internas.

La presión consiste en mantener estas leyes por sí mismo. La libertad es disciplina autoimpuesta. Esta es la verdad de la vida en libertad. Elegir libremente nuestras propias leyes para la vida, y vivir con las consecuencias de nuestras decisiones. La libertad consiste en hacerse responsable de la propia vida. Diseñar nuestro destino y decidir nuestras consecuencias. Veamos un poco más en detalle los principios de la libertad:

1. En la libertad es uno el jefe, trabaje o no para otros. En la libertad no podemos culpar a nadie por nuestras victorias o errores, más que a nosotros mismos. Quizá hayan pasado tres generaciones desde que nuestra familia obtuvo la libertad de la esclavitud, pero si seguimos culpando a nuestra cultura por los problemas, todavía no somos verdaderamente libres. Esto es lo que dice Santiago: "Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad" (2: 12).

2. La libertad exige más trabajo que la esclavitud. Otra notable diferencia entre la libertad y la esclavitud es que la libertad exige más trabajo que la esclavitud. No parece tener sentido ¿verdad? El faraón oprimía a los israelitas. Los obligaba a trabajar, a levantarse temprano, a trabajar duro e ir a dormir tarde. Se les pegaba si trabajaban lentamente, se les pateaba y escupía si se rebelaban. Era un trabajo duro y cruel.

Pero cuando nos detenemos a pensar en ello, la libertad exige más trabajo que la esclavitud. ¿Por qué? Porque jamás calificaremos para la libertad si no somos industriosos. Cuando buscamos la voluntad de Dios en el desierto, Él administrará nuestros talentos y nos enviará a utilizarlos frente a los habitantes de la tierra prometida. Debemos tomar la tierra, y eso implica TRABAJO. Ya no hay milagros instantáneos en Canaán. Del otro lado del Jordán debemos aprender cómo ayunar y orar para ser parte del milagro. Debemos ordeñar la vaca y recoger la miel para disfrutar de la leche y la miel de Canaán. Es allí donde Cristo nos dará la alforja y la capacidad de trabajar para llenarla con dinero. Debemos trabajar duro y quizá hasta fracasar alguna vez antes de lograr el éxito. Administración. Administración. Jamás olvide la porción de las Escrituras que cambiará su. Está en el libro de Proverbios: "El que labra su tierra se saciará de pan; mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza" (28:19).

3. La libertad requiere de más responsabilidad que la esclavitud.

Los errores que cometemos en el desierto pueden llegar a destruirnos si los cometemos en Canaán. Los requisitos de la responsabilidad son mucho más altos en Canaán.

4. La libertad impone la necesidad de control más que la esclavitud.

Pensamos en la esclavitud como en un estilo de vida en que alguien domina y controla a otros. Pero la libertad impone la necesidad de un control aún mayor. Hay una forma de esclavitud de la que uno puede librarse, el tipo de esclavitud como el que vivieron los israelitas en Egipto. Sin embargo, hay también una esclavitud que nos imponemos a nosotros mismos por medio de nuestras decisiones irresponsables. Así que, a causa de las implicancias eternas que nuestras decisiones pueden tener sobre nosotros y los demás, cada día, este principio de libertad declara la necesidad de que nos controlemos internamente. El gran apóstol Pablo, iniciador de muchas de las primeras iglesias, lo menciona en 1 Corintios 6:12, al escribir: "Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna". Creo que Dios nos exigirá rendir cuentas de todo lo que hagamos a partir de ahora.

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