jueves, 16 de octubre de 2008

Libera tu potencial

El potencial es energía; es una habilidad dormida, una fuerza oculta que muchos aún no hemos desarrollado al máximo y que estamos comprometidos a lograr para avanzar hacia el próximo triunfo en nuestra vida. El potencial no trata sobre lo que hicimos sino de lo que aún no creamos, hay lugares a los que no hemos ido ni tomado ni edificado, sueños que no hemos alcanzado. La buena noticia es que Dios nos llenó de potencial.

Para liberar ese potencial que Dios nos ha dado sigamos estas claves:

Tomar la iniciativa. El que pide, halla; el que busca encuentra, dijo Jesús. Debes salir, pedir, hablar, llamar, abrazar, no esperes que las cosas sucedan: ¡Provócalas! Debe moverte hacia tu objetivo y sin duda alguna contigo se moverá el Señor para respaldarte. Debes tener la valentía para arrebatar tus bendiciones y eso solo se logra cuando das el primer paso. Dios quiere que tomes acción, que te levantes temprano, que lo busques, que arrebates tu bendición.

Crecer sin contaminarte. No importa lo que esté sucediendo alrededor tuyo, escapa de todo lo que pueda contaminarte, no te hagas a las costumbres de los demás sino provoca que tu crecimiento influya en que todos a tu alrededor quieran ser como tú.

Interrógate. Hazte preguntas que te muevan, que provoquen la acción en ti, preguntas que sean edificadoras y llenas de energía. Nunca preguntes ¿por qué? sino ¿para qué? Prueba con las siguientes preguntas:

Si tuvieras solo 5 años más de vida ¿Qué harías? Si tuvieras un millón de dólares y solo una hora para gastarlo ¿Qué harías?

Retroaliméntate con tus resultados. Constantemente revisa los resultados de tus acciones. ¿Estás obteniendo lo que querías? Si tus resultados no van por donde tu quieres, debes cambiar de estrategias. Si sigues haciendo lo mismo, vas a obtener lo mismo. Si haces cosas diferentes obtendrás cosas diferentes.

Escucha a Dios. Las pruebas son solamente una ilusión para los hijos de Dios, porque sabemos que el es nuestro escudo, no tememos y estamos seguros que nuestro galardón será grande. Escucha a Dios, pon tus planes y tus objetivos delante de Dios y escucha su respuesta, luego confiésala y ¡ve por tu resultado
!

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