jueves, 30 de octubre de 2008

Libertad, libertad, ¡Libertad!

Inicio hoy una serie sobre la Libertad. ¿Qué significa? ¿Cómo la logramos? ¿Qué implica? ¿Hacia dónde nos lleva? ¿Cómo la conservamos?


La libertad es una responsabilidad que solo los valientes pueden aceptar y sobrellevar. Se da en nuestra mente cuando aceptamos nuestra responsabilidad de avanzar y permitir el re-acondicionamiento de nuestro pensamiento viejo, opresivo y encarcelador. Quienes no avanzan viajan en interminable círculo porque nada cambia de verdad hasta tanto cambie la mente.

La razón por la que Dios se negó a llevar a los israelitas directamente a Canaán después de su liberación, fue porque seguían mentalmente siendo esclavos de Egipto. Habían sido liberados de Egipto, pero todavía no eran libres. Así que Dios debió lidiar con sus mentes aunque sus cuerpos estaban ya libres de la opresión. Esta ilustración capta el principio que se aplica a las personas, las comunidades y las naciones: las condiciones determinan la conducta hasta que son interrumpidas por una fuerza externa.

No hay forma de entrar en la libertad sin soportar el peso de su responsabilidad. Si quieres ascender al puesto de gerente general, debes estar dispuesto a aceptar la responsabilidad de esta posición. El precio de la responsabilidad requiere de más tiempo, talento, energía, iniciativa y sustancia. El título es bueno; la paga, maravillosa; pero la carga laboral es siete veces mayor. Tienes que estar allí antes que todos los demás, y serás el último en dejar la oficina. Si algo sale mal, te llamarán a ti, de día o de noche. Si el caño de agua se rompe a las 03:00, recibirás una llamada de teléfono. El día de trabajo de 09:00 a 17:00 ya no se aplica a ti, porque ahora eres tu el gerente general, y ahora tu trabajas todo el tiempo. Es fácil ser encargado de limpieza, porque puede irse a las 17:00. Cuando trabajas como empleado, a veces podrás salir a almorzar y tardar casi dos horas, porque casi nadie se dará cuenta. Pero si quieres progresar debes madurar a la responsabilidad de la libertad, porque hay un costo.

Cuando Jesús comenzó su ministerio, de pie en la sinagoga de Nazaret leyó del libro de Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor" (Lucas 4:18-19).

La terminología utilizada en este pasaje pinta la imagen de alguien que visita una prisión y encuentra que todas las puertas están abiertas pero ve que los prisioneros permanecen dentro. Jesús dijo que había venido para pregonar la libertad a los prisioneros. Las puertas de la prisión estaban abiertas, pero los prisioneros todavía estaban sentados dentro de sus celdas. Estaban contentos: como muchas personas y naciones hoy, de que la puerta estuviera abierta. Se sentían orgullosos de ello. Pero aun así seguían sentados sobre sus catres en la celda. ¿Por qué? Porque en la prisión la comida es gratis. Cuando se está en prisión, alguien más paga por la ropa, la energía eléctrica, la televisión, etc.

Cuando una persona nace de nuevo, el Espíritu de Dios "re-crea" su ser interior y habita allí. Pero la libertad que llega a nuestra mente y nuestras acciones depende enteramente de nosotros. Somos libres de salir de nuestra celda, y somos libres de permanecer allí, porque de acuerdo al evangelio de Cristo nadie es puesto en libertad automáticamente.

jueves, 23 de octubre de 2008

¿Amas de verdad?

¿Te paras frente al microondas gritando: “¡Vamos, apúrate!”? ¿Te impacientas al preparar café instantáneo? Por desgracia, no podemos comprender a Dios, que es tan poderoso y paciente a la vez. Cuando Dios no hace lo que queremos nos ponemos impacientes, molestos., Debemos aprender este divino principio de la naturaleza del Señor: ¡Las demoras de Dios no son negativas de Dios!

Uno puede cargar toneladas de mercadería de un lado de los barcos cargueros y no se vuelcan. Por otra parte, una canoa se volcaría muy fácilmente; apenas se desequilibra el peso, uno cae al agua.

¿Vas tú en una canoa o en un barco carguero? ¿Se vuelca ante la menor provocación? ¿O eres como un carguero, firme y sólido en todo momento? El amor es paciente. ¿Cuán paciente eres contigo mismo y con los demás?

¿Quieres hacer algo grandioso por Dios? Entonces se amable con tus hijos. El resultado puede llegar a ser dramático. Y extiende esta amabilidad a todas las personas que te rodean: familia, empleo, iglesia, etc.

¿Qué hay de malo en los buenos modales? Todavía sigue siendo apropiado acercarle la silla a una dama antes de que tome asiento. Aún sigue siendo apropiado abrir la puerta para que pase su esposa, aunque lleve veinticinco años de matrimonio. Todavía sigue siendo apropiado mantener una conversación sin condimentarla con malas palabras. Aún sigue siendo apropiado enviar tarjetas de agradecimiento a los amigos y familiares. ¿Eres educado?

Los modales se aprenden, no se contagian, como sucede con un virus. Los hijos en cada hogar llevarán los modales que aprendan de sus padres a sus propios matrimonios y a la sociedad. Los modales pueden ser la voz más clara del amor.

En su retrato del amor el apóstol Pablo escribió: “El amor… no busca lo suyo” (1 Corintios 13:5). El amor no insiste en salirse con la suya. El verdadero amor no busca una ventaja egoísta. Encontramos este tipo de lealtad a menudo en la Biblia. Basta con el ejemplo de Rut y Noemí. Pablo escribió: “El amor no busca el mal” y “el amor todo lo espera”. Sin embargo, cuando tenemos baja autoestima, pensamos cosas malas acerca de nosotros mismos y nos negamos a esperar lo mejor para nosotros.

¿Qué es la autoestima? El diccionario Webster la define como “respeto a uno mismo”. Fundamentalmente, la autoestima es el modo en que nos vemos a nosotros mismos.

¿A quién ves en el espejo? ¿Te gusta lo que ves? El modo en que nos sentimos con respecto a nosotros mismos determinará nuestra respuesta a cada una de las siguientes preguntas:

¿Te gusta Dios? ¿Te gusta pensar en tu futuro? ¿Te gusta tu esposa? ¿Te gusta tu esposo? ¿Te gusta alguien? ¿Querrías ser otra persona?

El modo en que nos sentimos con respecto a nosotros mismos determinará nuestro futuro espiritual, emocional, intelectual y financiero.

Uno e los secretos mejor guardados del éxito es el siguiente: debemos sentir amor dentro de nosotros antes de poder darlo a otros.

jueves, 16 de octubre de 2008

Libera tu potencial

El potencial es energía; es una habilidad dormida, una fuerza oculta que muchos aún no hemos desarrollado al máximo y que estamos comprometidos a lograr para avanzar hacia el próximo triunfo en nuestra vida. El potencial no trata sobre lo que hicimos sino de lo que aún no creamos, hay lugares a los que no hemos ido ni tomado ni edificado, sueños que no hemos alcanzado. La buena noticia es que Dios nos llenó de potencial.

Para liberar ese potencial que Dios nos ha dado sigamos estas claves:

Tomar la iniciativa. El que pide, halla; el que busca encuentra, dijo Jesús. Debes salir, pedir, hablar, llamar, abrazar, no esperes que las cosas sucedan: ¡Provócalas! Debe moverte hacia tu objetivo y sin duda alguna contigo se moverá el Señor para respaldarte. Debes tener la valentía para arrebatar tus bendiciones y eso solo se logra cuando das el primer paso. Dios quiere que tomes acción, que te levantes temprano, que lo busques, que arrebates tu bendición.

Crecer sin contaminarte. No importa lo que esté sucediendo alrededor tuyo, escapa de todo lo que pueda contaminarte, no te hagas a las costumbres de los demás sino provoca que tu crecimiento influya en que todos a tu alrededor quieran ser como tú.

Interrógate. Hazte preguntas que te muevan, que provoquen la acción en ti, preguntas que sean edificadoras y llenas de energía. Nunca preguntes ¿por qué? sino ¿para qué? Prueba con las siguientes preguntas:

Si tuvieras solo 5 años más de vida ¿Qué harías? Si tuvieras un millón de dólares y solo una hora para gastarlo ¿Qué harías?

Retroaliméntate con tus resultados. Constantemente revisa los resultados de tus acciones. ¿Estás obteniendo lo que querías? Si tus resultados no van por donde tu quieres, debes cambiar de estrategias. Si sigues haciendo lo mismo, vas a obtener lo mismo. Si haces cosas diferentes obtendrás cosas diferentes.

Escucha a Dios. Las pruebas son solamente una ilusión para los hijos de Dios, porque sabemos que el es nuestro escudo, no tememos y estamos seguros que nuestro galardón será grande. Escucha a Dios, pon tus planes y tus objetivos delante de Dios y escucha su respuesta, luego confiésala y ¡ve por tu resultado
!

jueves, 9 de octubre de 2008

Decidido

Por supuesto que tu vida tiene un propósito. Fuiste creado con un diseño único. No eres una "prenda" en serie. Tu diseñador puso su firma en tí: puso su propósito para tu vida. Tu misión es descubrir ese propósito y dirigir toda tu fuerza, tus talentos, tus dones, tus conocimientos, tu preparación y tus recursos para realizar ese propósito.

Cuando descubres tu propósito, la visión para tu vida surge inmediatamente. En ese momento te sientes completo, seguro, animado, motivado y decidido para conseguirlo cueste lo que cueste. De aquí en adelante es cuestión de decisión o de indecisión.

La indecisión es el asesino secreto que estará socavando y aniquilando la visión de tu vida. Te coloca en un terreno pantanoso. Te lleva a arenas movedizas y termina por hundirte en la desesperación, el desconsuelo y el desánimo.

No permitas que la indecisión acabe contigo. Debes tomar el primer paso para lograr tu propósito.

Mucha gente hace listas de lo que tiene que comprar o de lo que tienes que hacer en su trabajo. Sin embargo, no hacen listas de lo que quieren ser y hacer con su vida. Esos deseos de lograr cosas grandes, cosas diferentes, cosas impactantes o simplemente ese deseo de ser y de superar las limitaciones, son chispazos que Dios pone en tu mente y tu corazón para recordarte que estás aquí con un propósito para realizar. ¡Adelante!

Vence la indecisión y conquistarás todo. Si la indecisión te domina, lo perderás todo.

jueves, 2 de octubre de 2008

Poder para Transformar

El domingo recién pasado fui invitado a participar como conferencista en el seminario “Águilas en las Alturas, Soy líder donde estoy”, organizado por mi amigo y hermano Eduardo del Águila de misión cristiana Príncipe de Paz. La pasé muy bien y hoy comparto en este Cristonversando el tema que compartí y que literalmente puede transformar nuestra vida y la perspectiva que tengamos de ella.

Todos en alguna ocasión quisimos ser súper héroes, tener algún poder especial y salir volando a derrotar el mal y a “¡Luchar por la justicia!”. La buena noticia es que si tenemos poder, un poder aún superior al de cualquier héroe, superior incluso al de todos los súper amigos juntos: en nosotros tenemos el poder de la resurrección. ¡Sí! Ese mismo poder que sacó a Jesús de la muerte, hoy funciona en nosotros para liberarnos de cuatro grandes problemas que atravesamos todos los seres humanos y que nos estancan y que postergan la realización de grandezas en nuestra vida y en la vida de nuestras sociedades.

El poder de la resurrección opera en nosotros en cuatro ámbitos impresionantes:

1)Nuestro PASADO. ¿Quién de nosotros no ha querido en algún momento “empezar de nuevo”, “hacer borrón y cuenta nueva”? ¡Todos! En nuestra vida o en algún proyecto que llevamos a cabo. Ese pasado con todos sus pecados, errores, olvidos, frustraciones, dolores, etc. Quisiéramos eliminar nuestro pasado y empezar de cero. ¡Buena noticia! Dios ya no recuerda tu pasado. El toma tu pasado y lo hecha en el fondo del mar. No se recuerda de nada. Es más, tu llegas delante de Él y le pides perdón por tu pecado y Él te responde ¿Cuál pecado? Solo nosotros recordamos nuestro pasado. Somos nosotros los que decidimos que nuestro pasado nos estorbe, nos limite. “Olvidando lo que queda atrás… sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14). Dios nos dice que es innecesario vivir con esa pesada carga de culpas y recuerdo de errores. Él nos dice que nos perdonó todos los pecados y anuló todo récord de deuda que teníamos que pagar. (Colosenses 2:14).

2)Nuestra MENTE. ¿Realmente quieres transformar tu vida? Entonces tienes que transformar tu pensamiento. Tus pensamientos determinan que sientes y lo que sientes determina como actúas y según cómo actúas, así serán tus resultados. En Proverbios 4:23 se nos exhorta a tener mucho cuidado con lo que pensamos, ya que ello determinará nuestra vida. Así que a mejorar la calidad de tus pensamientos. ¿Cómo? Sencillo. Llena tu mente de nuevos conceptos, de nuevos puntos de vista. Y muy importante, al descubrirte pensando en algo que no te edifica, sino que te puede destruir, sustituye tu antiguo pensar por tu nueva forma de pensar. Que habite en nuestra mente la palabra de Cristo con toda su riqueza. (Colosenses 3:16)

3)Nuestros PROBLEMAS. ¿Quién no tiene problemas? ¡Solo los muertos! Todos tenemos problemas que debemos enfrentar y vencer. Lo que diferencia a uno del otro es cómo enfrentas tus problemas. Cuando un problema se viene encima nuestro, lo primero que hacemos es tratar de resolverlo con nuestra propia fuerza. Dios quiere que dejemos de tratar y empecemos a confiar. No importa cuán terrible sea tu situación, ¡Dios puede cambiarla!

4)Nuestra PERSONALIDAD. ¿Hay algún rasgo de tu personalidad que te gustaría cambiar? No hay problema. Cuando tu aceptas a Cristo, cuando tu aceptas que Cristo more en ti, cuando tu tomas tu decisión de fe, algo sorprendente sucede: eres transformado. Todo lo viejo queda atrás. Eres una creatura nueva. ¡Eres nuevo!

Bueno, ya lo sabes, tienes un súper poder operando en ti. ¿Vas a dejar que funcione? ¡Hazlo y transforma tu vida!